Lo bueno y lo malo de la San Silvestre Vallecana

Este año, dos miembros de MadridFree.org hemos vuelto a participar en la carrera más importante de la Comunidad de Madrid: la San Silvestre Vallecana. Tres ediciones consecutivas llevamos ya, y seguimos pensando que es algo más que una carrera popular. Es una verdadera fiesta del deporte y de los madrileños, ambas cosas, porque hacer los 10 kilómetros en el menos tiempo posible no es lo importante el 31 de diciembre. Lo más importante es disfrutar corriendo.
Hay muchos aspectos buenos en la San Silvestre Vallecana. El mejor de todo puede ser que sea la gente, los corredores. Ellos son el alma de la carrera y los que hacen que sea una fiesta constante, una ocasión más para despedir el año entre amigos y entre sonrisas. Todo esto, al menos, en los últimos cajones de salida, los de aquellos que no pueden o no quieren ir a ganar. Otra cosa maravillosa es volver a poder correr por las calles de Madrid. Por Serrano, por la Puerta de Alcalá, pasar por Cibeles y enfilar el Paseo del Prado, llegar a Atocha y empezar a ver otro Madrid, llegar al Puente de Vallecas y que la Albufera te parezca el Mortirolo y seguir callejeando por el barrio. Y todo eso rodeado de gente que no deja de animar, de música, de gente disfrazada que ameniza el recorrido. Pasado Atocha, cuando las fuerzas pueden empezar a perderse, el público te empuja adelante. Es una sensación única.
Pero no todo es perfecto, porque la San Silvestre empieza a acumular sombras que, si bien no son muy importantes, sí que pueden quitarle las ganas a mucha gente. Aparte de los ya habituales problemas a la hora de inscribirse, y las cada vez más exigentes condiciones para la recogida del dorsal, hay pequeños detalles que crispan. El principal es la relación entre lo que pagas y lo que recibes. Este año el avituallamiento a mitad de carrera brilló por su ausencia, y los productos promocionales antes y después de la carrera cada vez son más tristes. Nadie corre para que le den cosas, pero se agradece que por lo que se paga a uno le traten mejor. Amigos que han montado carreras muchísimo más modestas saben que no es complicado conseguir una buena bolsa del corredor. Imagina si tu nombre es Nike. Otro problema, y este ya no es tanto de la propia carrera, es el transporte posterior. 40.000 corredores oficiales, los que lo hacen sin dorsal, más espectadores, familiares, staff y demás se juntan en la zona, y el transporte público, que tan encarecidamente nos recomiendan, no parece ajustarse a ello. Nuestra experiencia: llegar al Cercanías de Entrevías y que de 5 máquinas de billetes funcionaran 3, y no hubiera taquillero. Es decir, colas y trenes que veías como se iban en tu cara y que ya te hacían temer no llegar a la cena.
La carrera es una fiesta, y seguirá siéndolo, pero que tengan cuidado. La gente no quiere que la tomen por tonta.