La damnatio memoriae y la memoria colectiva madrileña
Manifestación en la Calle Mayor (1910), los asistentes muestran su rechazo al nuevo Concejal derechista en el distrito de Hospicio por corrupto
Desde que anunciaron que el metro de Madrid conseguiría cerrar un trato con Vodafone por «alquilar temporalmente» por 3 millones de euros la plaza más conmemorativa de la ciudad no he podido evitar sentir vergüenza, y no solo de la Puerta del Sol si no que también de la línea más popular que la cruza, nuestros gobernadores justifican la venta para recuperar el despilfarro de dinero que ellos mismos han gestionado.
La riqueza de la memoria colectiva es un valor del pueblo que nadie salvo el pueblo podría dejarla en el olvido, valores tan materialistas que deberían impedir hasta cambiar el aspecto medieval de las fachadas del barrio de Madrid de los Austrias, entre las que por cierto se encuentra nuestra querida Puerta del Sol. La plaza del kilómetro cero es centro neurálgico y poner en venta el nombre de su parada de metro es un gesto que debería generar crispación y debate, el despilfarro y la mala gestión del metro de Madrid está destrozando el recuerdo de un pueblo que no está tomando partido en la transición del cambio entre el mundo moderno y el antiguo.
Cambiar o borrar tradiciones puede destrozar la memoria histórica, y es por eso por lo que ha de ser cuidadoso con su regulación o incluso llegado el caso la desaparición de la misma, lo que realmente me ha parecido curioso es ver que no he notado prácticamente indignación cuando los medios anunciaban que se negociaba si al llegar a una de las paradas más concurridas de la ciudad los megáfonos anunciarían que estábamos llegando a Sol Vodafone.
En un momento en el que los medios de comunicación reviven que miembros de las juventudes del partido del gobierno aparecen junto a monumentos, banderas e insignias del régimen franquista, leo que un colectivo de mi barrio está retirando las placas falangistas que aún perduran por algunas de las calles del pueblo de Vicálvaro, alguna publicación en facebook muestra que incluso existe gente ofendida de que retiren las placas de Franco porque «entre muchos gestos malos, Franco también hizo cosas buenas».
La práctica de la damnatio memoriae era una práctica romana que condenaba el recuerdo de un enemigo del Estado tras su muerte, y es justo esa decisión la que tomaron en 2007 en el congreso de los diputados, la conocida como Ley de Memoria Histórica se describe bien por su título: Ley por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura, y que como su nombre indica documenta lo sucedido en el régimen y luego retira y borra calles, plazas, monumentos e incluso placas que reviven la imagen del partido único, así como también exigen el reconocimiento de las víctimas de la guerra civil que por aquel entonces el Caudillo tachó también de enemigos del estado, una Ley que no solo indigna porque no se llegue a cumplir, si no que además no permite desenterrar las fosas comunes del bando republicano, un debate en trámites de la justicia que a día de hoy sigue generando malestar.
Y esa es justo la diferencia, mientras que algunos vecinos ignoran las razones por las cuales nuestro alcalde decide cambiar el nombre de la parada de una de las plazas históricas más apreciadas de la ciudad, se ofende si retiran las placas de lo que ahora el estado debería considerar como enemigo, y no de borrarlo de la historia, si no de borrar la imagen pública de un dictador fascista que 50 años después sigue teniendo presencia en nuestras calles.
Esta ley se aprobó en democracia* incluso con la oposición del Partido Popular, hasta los partidos nacionalistas conservadores de nuestro parlamento se han opuesto al único partido que se negó a aceptar el recuerdo de las víctimas de la Guerra Civil y la retirada de monumentos históricos por el que entonces era nuestro alcalde Gallardón, que incluso se opuso a la retirada de un cartel de la Legión Cóndor impuesta por Alemania, el cartel conmemoraba a los soldados fascistas que Adolf Hitler envió al generalísimo para respaldarle en La Guerra Civil Española.
* Democracia: El Partido Popular es hasta el momento el único grupo político que se opone a aceptar La Ley de Memoria Histórica (aceptada en 2007) y a la defensa del patrimonio del pueblo, en la Comunidad de Madrid recibieron casi un supuesto 50% de un un 80% de participación —del cual heredó los votos de un 20% que se abstuvo y obviando el otro 20% que ni votó— dejando que 1 millón setecientas mil personas decidan por 4 millones trescientas mil, justificando mantener recuerdos simbólicos del régimen de Franco y olvidando las críticas que ha recibido la venta de parte de la riqueza de la memoria del pueblo.