La Canica es un restaurante redondo
¿Hay restaurantes en Madrid como los de las películas? Los hay, y hemos encontrado uno. Son locales con una decoración de catálogo, luz tenue y un camarero cortés que (¡oh, mi madre!) te sonríe y atiende educadamente. La Canica combina lo bohemio y lo urbano como declaración de intenciones. Un espacio diáfano a modo de terraza cubierta, perfecto para cualquier época.

La Canica (Avenida de los Andes 25) es, sin duda, un restaurante para impresionar. De llevarte a tus amigos o a una cita y que se acuerden del ambiente, de la comida y de la atención para volver a posteriori. La cocina aboga por la tradición renovada, o lo que es lo mismo, hacer platos que conoces alejándose de tu espacio de confort. Y vas a querer quedarte en ese limbo entre las croquetas toda la vida y la cocina estrambótica.
La tradición renovada de La Canica
El plato homónimo del restaurante son unas croquetas de carrillera con pistacho machacado, digna elección para mitificar el eslogan. Los entrantes cuestan entre 8 y 10 euros, un precio muy sosegado para la calidad de la materia y el mimo de su elección. Pedimos el criollo con hojas de hierbabuena y mostaza verde dulce (8,90 euros) y la pluma ibérica 100% bellota a la parrilla, ajil y parmentier de sobrasada dulce (17,90 euros). Ellos nos insistieron en que probásemos el tartar de atún rojo salvaje sobre crujiente de arroz y kimchi (18,90 euros), y razón no les faltaba. La carne y el pescado cuestan entre 14 y 25 euros el plato e insisto: modesto me parece para lo bueno que estaba y el contexto.




También probamos, a petición expresa del restaurante para que catásemos los platos estrella, la tarta de lima con merengue flameado (5,50 euros). Probablemente el mejor postre que haya probado nunca que no sea de chocolate ni helado de mango. Todos los postres cuestan entre 3,90 y 6,50 euros. Nos quedamos con ganas de probar el soufflé de chocolate con helado de violeta.




La opinión
A nosotros, como a todos, se nos conquista por el estómago. Poco a poco, conforme tu subconsciente va asumiendo que todo está perfecto, que no hay ninguna amenaza ni problema, tú te pones contento. Te relajas. Se parece a la sensación que experimentas cuando estás con tus amigos y te das cuenta de que ahí es donde querrías estar en ese momento si no estuvieses. Esto fue, básicamente y a riesgo de que me llaméis cursi, lo que me pasó con la cena en La Canica (sólo que a mis amigos no me los como). Estuve a gusto y eso es algo que se consigue en global y no queda reflejado en los precios de la comida cuando te traen el menú.
La cantidad perfecta para cenar dos personas es pedir 2 entrantes a compartir y un principal, más un postre si aun queda gula, más bebidas y pan. Esto serían unos 50 o 60 euros por pareja, o sea, 30 euros por cabeza. Y bien pagados. Nosotros fuimos por invitación, todo lo que probamos (2 entrantes, 2 principales, 1 postre, servicio y bebidas) habría salido a 70 euros.